Maldiciones iban y venían, contra el tipo de 23 años que se la había robado.
El hombre corría tan rápido con la secuestrada que quien intentara detenerlo podía llevarse una gran sorpresa.
Casi cuando lo iba a lograr fue derribado, logrando que el juez dictaminara una sentencia.
Gritos de odio salían a toda velocidad y fuerza de las rejas, y nuestro hombre esperaba la resolución definitiva del juez.
Era peligroso estar ahí mucho tiempo, pues la masa tras las rejas escondía muchas armas, ustedes saben, además de drogas y todo eso.
El juez se había decidido, y no se podía echar hacia atrás, ya no, nuestro hombre estaba más nervioso que nunca, era una cuestión, de vida... o muerte.
El joven no se dió cuenta que estaba sudando tanto hasta que intentó rascarse una última vez, y recordó todo lo que le habían enseñado sus amigos, sus padres, sus pocos profesores. Recordó sus mejores momentos, aquellos en que solamente estaba la opción de que le fuera bien.
Se acabó, todo lo define este momento, el hombre se prepara, el país entero está expectante en su sufrimiento y nerviosismo...
¡¡¡GOL!!!
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