"Vosotros miráis hacia arriba..."

Los secretos de Nietzsche.

Tan bella, tan frágil.

Ayer soñé que estaba afuera de mi casa, en mi patio, mirando hacia el norte cómo la luna iluminaba nuestras noches. Mientras la miraba empecé a notar que cada segundo era más grande y se veía como si se acercara rápidamente. Entré a la casa para advertir a mi mamá que estaba en el comedor, no pude decirle nada, como suele pasar en los sueños. Luego pensé en la necesidad de que supiera que la luna venía a estrellarse contra la tierra, después de todo nos íbamos a morir igual y no es necesario angustiar a alguien en sus últimos segundos de vida. Mientras pensaba todo esto, soñando, sentí un temblor que esperaba mucho más fuerte y apocalíptico y salí afuera a ver qué pasaba. La luz de la luna tan cercana era tan fuerte que el cielo parecía de día y mientras se alejaba después de haber chocado con la tierra se iba reduciendo y oscureciendo.
¿Ahora qué? Pensaba mientras veía la luna alejándose tan rápidamente como vino. Me invadió una angustia abismante pensando que iba a tener que ver cómo el mundo se destruía frente a mi sin poder hacer absolutamente nada. Esperaba que pronto todo dejara de existir, pero no fue así, la luna se alejaba cada vez más hasta llegar a su posición normal.
Pensaba en las lunas que he visto venir a chocar contra mi mundo, ese algo que es enorme e imparable y que genera esa angustia de poder destruir toda mi vida y no puedo hacer nada por impedirlo, solamente me queda la posibilidad de tratar de levantar lo que pueda y empezar de nuevo. La sutil diferencia con la realidad es que por muy vital que pueda ser la necesidad de que esa luna rebote, cuando la luna choca contra la tierra lo único que puedes hacer es rezar para seguir vivo, de ahí en adelante queda reconstruir lo que se ha llevado este hermoso satélite.
La luna no rebota, la luna no es de queso.
Los problemas no rebotan, se les hace frente, aunque a veces sintamos que no hay solución y vemos la luna acercándose a toda velocidad y parece irracional mantenerse de pie esperando defenderse. Si nos rendimos antes de pelear entonces no tiene sentido vivir, para eso puedes tomar un arma y dispararla en tu cabeza, ahorrate ese sufrimiento tan bello como es el aprender viviendo.

Marcelo Bielsa Piensa

"No permitan que el fracaso les deteriore el autoestima. Cuando ganas el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso si es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal."

No quiero imaginar

Hoy me quedé sin música, mis pasos son torpes, no tengo ese ritmo para caminar. Me quedé sin inspiración para fantasear sentado en la micro mirando el camino. Me doy cuenta de que cada metro hasta mi casa es, ha sido o será parte de una escena de mi vida, como quizás para todos en la suya, no sé.
En fin, voy contando a los pacos pensando en lo que hablaba en clase el profesor Stecher y durante todo el trayecto veo y/o imagino cada concepto que dividió en tres y esos tres en otros tres cada uno, etc.
En cada paso arrítmico me arrepiento de haber dejado los audífonos en la casa, debería tener unos de emergencia. En caso de tener que hacer RCP no hubiera tenido el incansable ritmo de los Bee Gees cantando "Stayin' Alive". Una vida menos por la falta de música.
Dos vidas menos, con la mía que se va contigo.
Era el año 95' y Camilo era un niño normal, poco extraño. Tenía amigos, hacía las tareas, jugaba con su hermano, paseaba con su perro. Tenía rulos, lo que era extraño.
Un día Camilo conoció la marihuana.

Receta: Cómo hacerme perder la cabeza.

Fue un día que fuimos al cerro con dos amigos, Juan Domingo Perón (a quien envío un afectuoso saludo) y Max Power (a quien no le envío nada).
La idea era relajarse en el cerro en un lugarcito escondido donde prácticamente no pasaba otra gente. Pero la sequía ha echo estragos en el cerro y ahora solo hay espinas, que se abrazan a cualquier cosa tuya para no dejarte ir jamás. Intentando revertir la sequía alguien había juntado mucha agua y la tiró en el camino de tierra, haciendo mucho barro, mucho barro. Así con las zapatillas embarradas es como abortamos misión y en el auto llegamos casi a la punta del cerro, donde por alguna razón había mucho pasto y poca gente. Hablamos estupideces un rato echados en el pasto y las hormigas nos picaron. Fuimos a explorar y por alguna razón se puso a llover. Fue divertido al principio, sentíamos el agua en nuestras cabezas, manos y piernas, pero luego nos mojamos, y mucho. Después de un rato las gotas empezaron a doler y la piel quedaba con las marcas de las gotas que caían, era lluvia ácida.
Cuando emprendimos nuestro viaje de vuelta noté que algo andaba mal, todos se estaban yendo y la calle estaría llena de peatones... y así fue.
Es TAL la estupidez humana, que la calle del cerro tenía pintadas dos pistas, una división blanca continua, en la pista derecha figuraba una ciclovía (en medio de toda mi pista), las personas estaban por todos lados, no sabía por donde tenía que ir y mis amigos estaban realmente jodidos. No pude seguir, paré y comenzaron a pasar autos en caravana, intenté formar parte de la caravana, pero nadie me dejó pasar. Así es como terminé siguiendo al último de los autos con un calor realmente desagradable, húmedo y con la piel enrojecida.

Cuando llegué a casa me sentí cansado, pero feliz sabiendo que aproveché el día con amigos.

[Me parece que es parte fundamental de la vida escoger a donde fijarás tu atención, en lo bueno o en lo malo.]