Era el primero en llegar al paradero y la micro acababa de irse, caía la tarde sobre Santiago y lo aplastaba lentamente. Él ya estaba muy cansado después de un día sin entender muchas cosas y quería sentarse mientras esperaba.
Poco a poco llegaba la gente, también bastante cansados de la vida y con la cabeza caída... era algo protocolar hacer una fila mientras venía la micro y así entrar en orden a tan preciado vehículo.
Cuándo llegó al paradero, la señora que estaba primero en la fila había estado un buen rato echandole el ojo al caballero sentado, con una mirada desafiante como si le dijera "no me quitarás mi primer puesto", y se acercó peligrosamente a la micro casi todavía en movimiento.
Él se levantó para tomar su primer puesto y por fin descansar en un asiento hacia su casa, pero la señora estaba preparada para la pelea y siendo más rápida se subió a la micro... el señor no le dio mucha importancia y esperaba que el segundo de la fila le cediera el paso, cosa que no pasó, y tampoco con el tercero, y así...
Eran 38 personas las que pasaron al frente de él casi sin mirarlo, ya estaba entregado a tener que pasar último... y cuando al fin entraron todos, el conductor de la micro se bajó y le dio un apretón de manos, luego se marchó...
Todos los pasajeros estaban atentos a los movimientos del ex-chofer mientras se alejaba y crecía dentro de ellos la duda de quién sería el conductor ahora, nadie quería serlo, todos estaban muy cansados y eran muy egoístas para llevar a todo el mundo a su destino sin tener que hacerlo.
El señor miró la micro, se subió las mangas y entró. Miró a los pasajeros atónitos y se sentó, encendió la máquina y ésta empezó a avanzar...
Todos los pasajeros llegaron cansados a sus casas, y se lamentaban una y otra ves la vida miserable que les había tocado.
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