Tengo una obsesión que no me deja terminar las ideas, no puedo ver el número de la micro por que se me cruza su imagen. Me deja silenciado como si estuviera viendo a un muerto, y no puedo concentrarme hasta que alguien me rescata de ese abismo.
Quiero siempre enfrentar el tema, como una canción cuando se queda pegada y la solución es escucharla, quiero tener mi obsesión lo más cerca posible. Si se va, llega inmediatamente su reemplazo a mis pensamientos y no me deja caminar, no me deja ver el tránsito, no me deja escuchar música, no me deja escuchar ni las clases.
Lo lamentable es que el reemplazo imaginario es el que me quiere tener para siempre, el que no me quiere dejar ir, como yo tampoco a él. La realidad es quizás muy distinta, no le interesan mis planes, por lo mismo no se esfuerza tanto en impedirlos como lo hace mi obsesión. La realidad no se propone visitar mi pieza tanto como yo la suya, claro que no es culpa suya, es mi pensamiento obsesivo el que tiene una reja enorme en mi puerta como si quisiera protegerme de algo, como si quisiera que nadie me haga daño.
Vivo con una obsesión que amo y me ama, pero quiero dejarla ir, quiero vivir la realidad.
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Me encanta! Sobre todo la última frase! Creo que todos nos obsesionamos con cosas imposibles, pero a estas alturas de mi vida ya no sé qué es mejor, si convivir con la obsesión o aceptar la realidad.