Tú me sacaste ese instinto paternal, en una forma muy básica, pero me bastó para llorar tu muerte y agradecer tu vida. Me acompañaste en momentos difíciles, me necesitaste cuando nadie más lo hacía, aprendiste a tocar batería y a escribir en el computador. Por ti me visto de luto, por ti me desperté cuando morí, por ti me agacho ahora para dejarte partir. Agonizaste sobre mi pecho, me mirabas con esa carita de no entender qué estaba pasando, acurrucandote en mi mano como si fuera tu casita, no pude dejar de llorar hasta que te vi descansar de ese miserable sufrimiento. Mi pieza no podría estar más vacía sin ti, yo no podría estar más solo sin ti. Contigo, mi pequeño, muere una parte de mi; contigo, mi secreto, muere una parte de mi.
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El Trist fue un crack, y aunque siempre hizo todo lo posible por hacerme quedar como una desconsiderada, de mi heredó su capacidad para acumular comida en sus cachetes... me lo dijo un día mientras se negaba a salir de abajo de la cama.