Volvía a su casa después del trabajo, era cerca de la medianoche cuando llegó al paradero de buses que está frente al edificio donde trabaja. A esa hora los buses se demoran en pasar, la frecuencia es muy baja y casi nadie anda en las calles. El frío traspasaba la gruesa chaqueta con una facilidad que hacía pensar en el sentido de la ropa en estos días, era una noche helada de esas que se ven en las noticias para rellenar el espacio televisivo antes de embobarnos otra vez con las series y películas propias de un viernes.
Pero nada de eso importaba al momento de pensar que en casa le esperaba una cama con plumón nuevo y con calientacamas de tres niveles. No importaba la hora, ya que llegaría a ver su serie favorita en el computador portátil.
Fue así como pasó el bus y se sentó muy tranquilo para cruzar la ciudad de sur a norte en lo que sería casi todo el recorrido del bus.
Después de largos 110 minutos de espera y viaje hacia su casa, se siente merecedor de un descanso divino acompañado por su serie favorita y su crema de tomates que había dejado preparada en la noche anterior para llegar simplemente a calentar en el microondas.
Daba envidia ver al muchacho siendo abrazado por su cama y besado por esa crema de tomates, comienza la canción de la serie y los créditos principales... fue el momento en que recordó que no había ido al baño.
¡Se cansó!
Así habló
Tu subconsciente
Justo a las
19:39:00
Todo pasó muy rápido, íbamos caminando muy juntos y muy lejos, sin vernos las caras pero sintiendo nuestros horribles hedores.
Una voz en el fondo decía que nos cuidáramos y que estábamos en constante vigilancia. Que no tuvieramos miedo porque si seguíamos las instrucciones no habría problemas.
Fue así como un día bajé del tren y mientras caminaba detrás de la línea amarilla unos pasajeros me pasaron por la izquierda, mientras un locutor en su oficina pedía por favor que no pasaran la línea amarilla, era por su seguridad. "Al momento de descender favor de transitar atrás de la línea amarilla, ¡detrás de la línea amarilla!"
Sentí que el tono de la advertencia tenía un destinatario y esos eran los que me habían adelantado hace un momento, cuando vuelvo a escuchar "Los pasajeros que no aborden el tren favor de transitar por detrás de la línea amarilla, ¡detrás de la línea amarilla!... ¡ATRÁS! ¡EN QUE TONO TENGO QUE REPET..." luego vi muchos guardias corriendo entre risas a una oficina al final del andén.
La señora que no entendía el mensaje de la línea amarilla había caído a las vías del tren y se había electrocutado. El locutor se había cansado y quiso demostrar que pasaría si de ahora en adelante no seguían las instrucciones que nos repetían una y otra vez por nuestra seguridad. La empujó tan fuerte que muchos creyeron que la señora saltó con fuerza a las líneas...
Desde entonces ya nadie se queda esperando en la puerta del tren esperando que llegue otro para sentarse, todo es expedito y seguro, nadie camina al otro lado de la línea amarilla y todos dejan bajar antes de subir.
Una voz en el fondo decía que nos cuidáramos y que estábamos en constante vigilancia. Que no tuvieramos miedo porque si seguíamos las instrucciones no habría problemas.
Fue así como un día bajé del tren y mientras caminaba detrás de la línea amarilla unos pasajeros me pasaron por la izquierda, mientras un locutor en su oficina pedía por favor que no pasaran la línea amarilla, era por su seguridad. "Al momento de descender favor de transitar atrás de la línea amarilla, ¡detrás de la línea amarilla!"
Sentí que el tono de la advertencia tenía un destinatario y esos eran los que me habían adelantado hace un momento, cuando vuelvo a escuchar "Los pasajeros que no aborden el tren favor de transitar por detrás de la línea amarilla, ¡detrás de la línea amarilla!... ¡ATRÁS! ¡EN QUE TONO TENGO QUE REPET..." luego vi muchos guardias corriendo entre risas a una oficina al final del andén.
La señora que no entendía el mensaje de la línea amarilla había caído a las vías del tren y se había electrocutado. El locutor se había cansado y quiso demostrar que pasaría si de ahora en adelante no seguían las instrucciones que nos repetían una y otra vez por nuestra seguridad. La empujó tan fuerte que muchos creyeron que la señora saltó con fuerza a las líneas...
Desde entonces ya nadie se queda esperando en la puerta del tren esperando que llegue otro para sentarse, todo es expedito y seguro, nadie camina al otro lado de la línea amarilla y todos dejan bajar antes de subir.
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