En todos mis años de docencia nunca me puse a pensar en la razón de que no pudiera pasar toda la materia que tenía planeada en una sola clase, tampoco me puse a pensar por qué los alumnos que se sentaban atrás siempre se dormían.
Un día decidí planear una clase tomando en cuenta el volumen de mi voz y la materia que alcanzaría a pasar. En el fondo de una sala desocupada puse una grabadora, para ver si el volumen de mi voz era el problema de que los alumnos de atrás se durmieran, también puse un cronómetro para ver cuánta materia podría pasar en un bloque común. Cuando sonó la alarma del cronometro me detuve y paré la grabación, me senté en una de las sillas y me puse a escuchar lo que había dicho y a revisar si el volumen estaba bien...
Y me dormí.
esa es verdadera vocación...